Una curiosa forma de vender jarrones

A medio camino entre estafa y engaño, engaño legal eso sí porque uno puede poner el precio que quiere a sus productos y jugar con la mentalidad de los compradores, voy a comentaros algo.

Hace tiempo, pude aprender una curiosa forma de vender jarrones. Estaba buscando un regalo para una amiga y me metí en una tienda de objetos de regalo. Allí había de todo, ceniceros, estatuas, corbatas, colonias, etc. Pero me llamaron la atención unos bonitos jarrones con incrustaciones de plata artísticamente dispuestas.

Viendo los jarrones, todos iguales, observé que uno de ellos costaba 30 euros menos que los otros. Lo examiné por si tuviera algún desperfecto y por eso fuera más barato, pero comprobé que era idéntico a los otros. Continué paseando a lo largo de las estanterías viendo otros objetas de regalo aunque mentalmente ya había decidido comprar aquel jarrón si no encontraba otra cosa mejor para regalar.

De pronto, observé a una mujer situada frente los jarrones que miraba con nerviosismo hacia los lados y hacia la dependienta sobre todo. La mujer hizo lo mismo que yo, cogió el jarrón y lo examinó buscando algún defecto. Al no encontrar ningún fallo y ver el precio se dirigió a la dependienta, pagó el jarrón y se marchó con rapidez no fueran a darse cuenta de los 30 euros de diferencia que había entre los precios. No tengo la más minima duda que aquella clienta iría pregonando entre sus amigas lo “inteligente” que era comprando más barato que nadie.

Seguidamente, la dependienta se metió un momento en la trastienda y sacó otro jarrón con el precio «equivocado» en 30 euros, lo colocó entre los restantes jarrones y volvió a su puesto junto a la caja.

La dependienta se dio cuenta que yo lo había visto todo. Me miró con una sonrisa y me dijo en un tono de complicidad: – Se venden como churros, todo el mundo pica. –

Yo me reí y me marché de allí con la satisfacción de no haber caído en el truco como todo el mundo.

De esta forma se pueden vender todo tipo de artículos. Se pone un precio sobreelevado a todos los objetos y se deja como al descuido uno con un precio que nos deje el beneficio que deseamos. La gente lo verá, observará la diferencia de precios, lo mirará para comprobar que no tiene defectos, lo comprará y se marchará con la errónea satisfacción de haberse ahorrado dinero y haber estafado al dependiente.

Desde luego ya no saben que hacer para vender. Todos los trucos parecen ser válidos, siempre y cuando sean originales y desconocidos.

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