Autoempleo, sí, autoesclavitud, no
La desesperación por trabajar ha llegado a muchos hogares. Cada vez más desempleados se plantean el autoempleo o incluso apostar por una franquicia (si tienen suficiente soporte económico) pues es la única salida para su situación laboral. El gran problema es que muchos no generan autoempleo, sino que generan autoesclavitud.
El autoempleo significa crear tu propio puesto de trabajo, ser tu propio jefe, crear tu propia empresa. Esta situación puede abordarse como empresario individual o formando una sociedad con otros socios.
Hay muchas razones por las una persona decide escoger el autoempleo como salida profesional. Algunas de estas razones son: obtener un beneficio económico, trabajar para uno mismo y sin jefes, como salida al desempleo, desarrollo profesional o por tratarse de un reto personal.
Pero también existen importantes desventajas en el autoempleo. Estamos expuestos a perderlo todo ya que, normalmente, existe un riesgo económico si el proyecto empresarial fracasa. Nos sentiremos muchas veces inmensamente solos, sin tener alguien a quién contar nuestros problemas, éxitos y proyectos que surgen durante la actividad empresarial. En caso de asociarnos con otros, antes o después habrá que conciliar intereses entre socios y resolver conflictos con el objetivo de mantener la supervivencia de la empresa. También tendremos que resolver todos los problemas que se plantean y nos veremos obligados a aprender de los errores, con el coste que ello conlleva.
Pero, sobre todo, hay dos desventajas o dos grandes puntos negros. Por un lado no sería raro que acabemos realizándolo todo como supermanes: actividades de gestión, comerciales, fabricación, llevar la contabilidad, tratar con los clientes y, si se tercia, aprovechar para barrer la oficina mientras hablamos con un proveedor. Por otro lado, si caemos en esa “trampa”, caemos automáticamente en la segunda trampa, que no es otra que dedicar a la empresa todo nuestro tiempo de trabajo, e incluso de ocio, con el coste familiar y de amistades que ello supone.
Dicho en otras palabras, como decía un amigo mío, nos salimos de Guatemala para meternos en Guatepeor. No podemos ser supermanes aunque a veces lo parezcamos.
Escribo este artículo para que todos aquellos que decidan apostar por el autoempleo tengan muy claro dónde se meten y, sobre todo, como conviene hacer las cosas para triunfar y no acabar metidos en una viciosa espiral que nos lleve a la esclavitud más abyecta: ser esclavos de nosotros mismos.
Existe una gran diferencia entre crear un negocio pensando en ser empresario o crearlo pensando únicamente en ser un trabajador libre o autónomo.
El empresario piensa desde el inicio en crear un negocio escalable y sostenible que pueda sobrevivir sin ellos, esto es, crear una marca y llegar a tener un equipo pueda llegar a trabajar el concepto, producto o servicio, y él pueda llegar a retirarse y vivir de las rentas que genera el negocio.
El trabajador libre o autónomo, por el contrario, crea una marca de sí mismo. Él o ella son la marca y el negocio depende directamente de ellos. Si ellos no trabajan, no se ingresa dinero, y por lo tanto las posibilidades de expansión son limitadísimas y es fácil caer en la autoesclavitud.
El concepto de sostenibilidad y escalabilidad debe quedarnos muy claro: Un negocio será escalable si puede generar ingresos de forma mucho más rápida de lo que crece su estructura de costes. Esto, traducido a un emprendedor o autónomo, significa que si para generar ingresos necesitas directamente de tu fuerza de trabajo, tu modelo de negocio no es sostenible. Si tu negocio no se sostiene por si mismo, el techo de tus ingresos será el número de horas que dediques a trabajar y no obtendrás ninguna rentabilidad por las horas que descanses, estés con la familia o, simplemente, dediques a dormir. Por el contrario, el que ha generado un negocio sostenible obtiene ingresos incluso cuando se va a pescar o está durmiendo la siesta.
Tu filosofía al crear tu propio autoempleo debe basarse en acumular riqueza a lo largo del tiempo, para poder retirarte o hacer algo que deseas a los 45 o 50 años en lugar de los 65 o 70 y, para ello, tendrás que hacer ciertos sacrificios previos.
«El que no arriesga, no consigue nada». Obviamente toda inversión requiere cierto nivel de riesgo, pero si diversificas tu riesgo tendrás menos probabilidades de pillarte los dedos con una única inversión. En el caso que una inversión salga mal, tendrás muchas otras que hayan salido bien para compensarla.
Puede que al principio tengamos que trabajar duro, pero debemos procurar que, en el menor tiempo posible, nuestro negocio funcione incluso cuando nos ausentemos por un tiempo; y para ello, debemos aprender a utilizar el trabajo de otras personas y saber delegar en ellas.
Un consejo en este punto es que, cuando estemos empezando a generar más ingresos, evitemos caer en la Ley de Parkinson que dice que los gastos aumentan siempre en proporción directa a los ingresos. Para ello tenemos que saber invertir, es decir, adquirir algún activo que nos permita hacer crecer nuestro dinero.
Básicamente existen dos tipos de activos: activos que generan ingresos pasivos, y activos que generan ingresos de capital, veamos el concepto de cada uno de ellos:
Activos que generan ingresos pasivos: son activos que nos generan un ingreso constante de dinero (flujo de dinero) sin que tengamos que trabajar activamente en ellos; ejemplos de activos que generan ingresos pasivos son: acciones que generan dividendos, propiedades en alquiler, negocios en donde no tengamos que involucrarnos personalmente para que funcionen, derechos de autor de libros, música o software, derechos por franquicia, etc.
Activos que generan ingresos de capital: son activos que con el tiempo aumentan su valor y que al venderlos nos generan una ganancia. Ejemplos de activos que generan ingresos de capital son: acciones, obligaciones, letras del tesoro, divisas, propiedades en venta, negocios en venta, fondos de inversión, etc.
Para empezar a crear riqueza y lograr la libertad financiera, tenemos que ir adquiriendo activos que nos generen tanto ingresos pasivos como ingresos de capital (sobre todo activos que nos generen ingresos pasivos); y con el dinero ganado, ir adquiriendo más activos, hasta llegar a acumular la mayor cantidad de activos posibles.
La idea es adquirir la mayor cantidad de activos posibles; mientras más activos poseamos mayor será nuestra riqueza y más rápido alcanzaremos la libertad financiera. Además, al ir adquiriendo nuestros activos, es necesario saber diversificar, es decir, no poner “todos los huevos en la misma cesta”; no poner todo nuestro dinero en un solo activo o un solo tipo de activo, sino distribuirlo entre varios de ellos.
Debemos diversificar en tipos de activos, por ejemplo, invertir una parte de nuestro dinero en negocios, otra en bienes raíces, y otra en fondos mutuos; pero también diversificar dentro de un mismo tipo de activo, por ejemplo, no invertir todo nuestro dinero en acciones de una sola compañía, sino de diferentes.
Si quieres que tu negocio funcione tienes que comprar o adquirir activos que te generen nuevos ingresos. La rueda del dinero funciona así: compra activos que te produzcan más dinero, con ese dinero compras más activos y así produces más dinero. ¿Nunca has caído en la cuenta de que los ricos gastan su dinero exclusivamente en comprar cosas que les producen más dinero?
Los ricos compran ACTIVOS, y los pobres y de clase media compran PASIVOS. Esta es la razón por la que los ricos se vuelven ricos y los pobres, por más que ahorren para comprarse cosas, no encuentran la forma de salir de pobres, y caen en deudas una y otra vez.
Por poner un ejemplo, un pobre aspira a comprarse una casa para tener un lugar donde vivir y pensando que quizá se revalorice con el tiempo; pero si el rico la toma como una inversión, sabe puede ser un pésimo negocio y posiblemente no la compre y se limite a vivir de alquiler. Junto a la casa vienen los gastos de impuestos a la propiedad, luz, gas, agua, y mantenimiento, eso sin contar los gastos de una hipoteca en caso de haber incurrido en ella.
Sigamos profundizando, ¿cuál es nuestro verdadero y más importante activo?, nosotros mismos, es decir, nuestros pensamientos y formas de actuar. Mientras más destrezas desarrollemos para generar dinero (educación financiera), éste vendrá hacia nosotros de una manera fluida y cada vez mayor. No hay dicho más cierto que “dinero atrae dinero”, y esto aplica para todos los aspectos de nuestras vida.
Así que mi consejo es que inviertas en ti mismo, trabajes para ti mismo y que cualquier cosa que hagas, laboralmente hablando, sea pensando en que pueda generarte ingresos futuros. Si te limitas a trabajar pensando exclusivamente en el dinero que vas a cobrar, antes o después acabarás cayendo en la espiral de la autoesclavitud. Cada hora que trabajes debe ser pensando exclusivamente en crear un negocio sostenible, todas las demás horas que dediques a trabajar sin esa filosofía serán horas perdidas.
Información útil para todos aquellos autónomos que acaban siendo sus propios esclavos. Conozco varios casos. Tenemos demasiado grabado en la cabeza que solo se puede vivir del sudor de tu frente cuando lo ideal sería ir invirtiendo en activos que nos hagan la vida más llevadera.