Reinventando la gallina de los huevos de oro
Todos conocemos el mito de la gallina de los huevos de oro. A todos nos gustaría tener unas cuantas gallinas que, día a día, fueran poniendo huevos de oro que nos fueran enriqueciendo. Por desgracia, las gallinas de los huevos de oro no existen.
Pero… ¿podemos reinventar la gallina de los huevos de oro? Tampoco tiene por qué ser una gallina, podría valernos con un gusano que hilara capullos de oro en vez de capullos de seda, o una mariposa con alas de oro.
Seguro que muchos piensan que es descabellado utilizar la naturaleza para crear riqueza. ¿Os suenan de algo las ostras perlíferas? Las ostras crean perlas para proteger su cuerpo de alguna impureza o grano de arenilla que entra dentro de su concha y nosotros nos aprovechamos de las ostras extrayendo sus perlas y vendiéndolas para hacer collares, anillos, pendientes y todo tipo de joyas.
Por desgracia no todas las ostras perlíferas contienen dentro una perla porque no entra alguna impureza en todas ellas que las fuerce a crear la perla a su alrededor, pero incluso eso se ha solucionado introduciendo a la fuerza partículas que fuercen a la ostra a crear la perla.
Ahora ya no te parecerá demasiada tontería lo de plantearse reinventar la gallina de los huevos de oro. ¿Se podrá hacer?
Sí, se puede. Lo único que tenemos que hacer es mirar las posibilidades que ofrece la naturaleza e idear algún sistema para poner a trabajar a cualquier animalejo a nuestro servicio. No solamente podemos criar ostras perlíferas, existen muchas otras posibilidades y, lo mejor de todo, es que están todavía casi todas por descubrir.
Crear nuestra “gallina de los huevos de oro” es posible. Sólo necesitamos algo de imaginación, un poco de ingenio y conocer un poco la naturaleza que nos rodea. Así de sencillo y, a la vez, así de difícil.
Mucha gente no conocerá unos bichejos acuáticos que en España se conocen como frigáneas. Aquí os dejo una breve descripción que os debiera dar una pista sobre como podemos crear nuestra particular “gallina de los huevos de oro”:
Los tricópteros o frigáneas (Trichoptera, del griego trichos, «pelo» y pteron, «ala») son un orden de insectos endopterigotos (con metamorfosis completa), emparentados con los lepidópteros (mariposas y polillas), cuyas larvas y pupas son acuáticas, y viven dentro de pequeños estuches en forma de tubo que ellas mismas fabrican a base de seda a la que adhieren granos de arena, restos vegetales, etc. Los adultos son voladores, y se caracterizan por presentar dos pares de alas cubiertas de pelos que, en posición de reposo, se pliegan sobre el cuerpo en forma de tejado. Se conocen entre 7.000 y 10.000 especies.
¿No te ha dado ninguna idea la descripción anterior? Vuelvo a remarcarte lo más importante de todo: Las larvas de frigáneas se caracterizan por construir estuches de protección para su abdomen empleando materiales próximos a ellas como granos de arena, fragmentos de materia vegetal e incluso conchas vacías de moluscos.
¿Todavía sigues sin ver ningún negocio potencial? Pues para que compruebes que es posible crear nuestra propia gallina de los huevos de oro, te diré que, desde principios de los años 80, el artista francés Hubert Duprat ha empleado estos insectos para crear algunas maravillosas esculturas que, supongo, venderá a buen precio.
La única genialidad que tuvo Hubert Duprat, es que a él se le ocurrió ofrecer a las larvas de frigáneas diversos materiales como piedras preciosas, lentejuelas, perlas, pequeñas pepitas de oro y de plata, diamantes, zafiros, rubíes, perlas, turquesas, etc.; para que las frigáneas le construyan estuches que podrían pasar enteramente por creaciones de un reputado joyero.
Duprat comenzó su trabajo con larvas a principios del año 1980. Una vez que obtiene las larvas de su ambiente natural (los ríos) son llevadas a su estudio, lugar donde se origina esta mágica creación por el simple procedimiento de meterlas en un acuario donde el fondo está sembrado de todos los materiales anteriormente mencionados.
Las pequeñas larvas de frigáneas, caddis o tricópteros, antes de alcanzar su etapa voladora, presentan una morfología de gusano blando, que vive en nuestros ríos y se usa frecuentemente como cebo para la pesca. Son conscientes de su debilidad frente a los depredadores, por lo que se han convertido en pequeños arquitectos dentro de los arroyos: recogen las piedras y palitos que encuentran a su alrededor, y se construyen el estuche en el que estarán seguras uniendo los pedacitos con una especie de hilo de seda. Cuando crezcan, tendrán que abandonarlo y construirse otro más grande, hasta alcanzar su fase adulta, en que saldrán volando y abandonarán el río.
El artista francés Hubert Duprat ha creado su propia gallina de los huevos de oro colocando estas larvas en un entorno poco habitual: sustituye su hábitat de sedimentos fluviales por otro lleno de pepitas de oro, turquesas, corales, lapislázulis, zafiros, perlas, rubís y diamantes. Así, el pequeño arquitecto de los ríos se convierte en joyero. ¿Verdad que es curioso?
Imagina las posibilidades de los estuches una vez son abandonados voluntariamente por sus creadores al hacerse adultos: se pueden vender como colgantes, como pendientes, engarzadas en un anillo, como gemelos para camisas, etc.
¿A que ahora ya no tienes dudas sobre mi afirmación de que podemos reinventar las gallinas de los huevos de oro? Todo es cosa de ponerse a ello como has podido comprobar.