El dinero habla

Los billetes hablan y nos cuentan historias cuando nos tomamos la molestia de escucharlos.

Los billetes hablan y nos cuentan historias cuando nos tomamos la molestia de escucharlos.

Siempre recordaré un cuento corto de Cornell Woolrich titulado «El dinero habla». Cornell George Hopley-Woolrich, más conocido por sus seudónimos William Irish o George Hopley (1903 – 1968), fue un escritor estadounidense de novelas policíacas y de misterio.

“El dinero habla” me encantó por el ingenio desplegado por un abogado de dudosa moralidad que evita que ingrese en la cárcel un ladronzuelo acusado de robar unos billetes y por la idea de que el dinero, en concreto los billetes, siempre acaban hablando. No os cuento la historia porque recomiendo su lectura, es un cuento breve muy entretenido donde Cornell Woolrich nos acaba haciendo pensar.

Todo esto viene a que hoy voy a tocar en el blog el tema de los billetes que hablan, billetes que cuentan historias, billetes usados como forma de publicidad, etc. y, dándole vueltas al tema, me gustaría que los billetes pudieran hablar y contar tantas y tantas historias acontecidas a las personas que los han tenido en sus manos.

Por suerte o por desgracia, los billetes nos cuentan historias, pero solamente nos dan pequeñas pistas de las historias que tenemos, forzosamente, que completar con nuestra imaginación.

¿A vosotros nos os gustaría conocer las historias que encierran los billetes? Si los billetes hablaran, podrían contarnos montones de historias: divertidas, trágicas, románticas, nostálgicas, curiosas, innovadoras… Dejando al margen leyendas urbanas (o quizá no lo sean tanto) sobre las trazas de cocaína que hay en un porcentaje determinado de billetes y la cantidad de microbios y guarrerías que deben acumularse encima, ¿quién no ha pensado alguna vez en lo curioso que sería poder seguir las aventuras de un billete en concreto?

La idea de escribir en los billetes no es nueva. Por ejemplo, escribir mensajes políticos sobre los billetes de curso legal se ha hecho siempre, en todas partes. Escribir sobre un billete es fácil y, como tiene valor, nadie lo rompe como haría con una octavilla que no le gustase. Y el billete circula de mano en mano, con lo que el mensaje se difunde. Tanto es así que, en muchos países hay circulares de los bancos centrales que advierten sobre los billetes con mensajes políticos. En India, por ejemplo: “Cualquier billete en el que haya escrito algún eslogan o mensaje de carácter político deja de ser moneda de curso legal y el derecho sobre tal billete será rechazado…”. En Israel, los bancos advirtieron que no aceptarían ni un solo billete marcado con una frase subversiva. Recuerdo haber visto monedas con las palabras “Pujol Catalunya” grabadas sobre la cara de Franco. Y, lustros después, billetes con la demanda de “Llibertat, amnistia i Estatut d’autonomia!”. No sé si los bancos tenían instrucciones de no aceptarlos, pero, los aceptasen o no, circulaban con toda normalidad. Ayer eran nuestros abuelos y nuestros padres los que escribían sobre los billetes y ahora nos toca a nosotros.

Podemos encontrar frases divertidas como «Me sobra mes a final de sueldo», pequeños pataleos ciudadanos como «Se alquila esclavo económico» o denuncias sociales del tipo «No es una crisis, es una estafa».

Yo mismo, cuando era joven, inocente de mí, me dio por hacer una pequeña marca en algunos billetes para comprobar si con el tiempo algún billete volvía a mis manos (y, por desgracia, nunca volvió ninguno a mis manos).

Que yo sepa, sin perjuicio del interés que tiene el Banco de España en preservar la calidad de los billetes en circulación, no hay en principio ninguna disposición en nuestro ordenamiento jurídico que prohíba expresamente escribir sobre los billetes.

Algunas personas hacen publicidad gratuita en los billetes que consiste en escribir una dirección web en los billetes. Puede parecer una idiotez, pero a la larga pudiera ser una publicidad efectiva teniendo en cuenta que los euros viajan por muchos países. Cuanto más pequeño es el billete más cambia de manos, por lo que imagino que los de 5 euros serán los mejores. Los que hacen este tipo de publicidad, por lo que he comprobado, escriben por la cara mate y, como el billete se suele dar por la cara brillante poca gente se da cuenta cuando lo entregas, pero luego cuando en casa se den cuenta es muy probable que les entre la curiosidad y miren la web o quizá no, no lo sé.

Se han hecho intentos para seguir la pista a los billetes. Quizá algún lector del blog recuerde que Jesús Hermida, cual visionario adelantado a su época, intentó seguirle la pista a un billete de mil pesetas cuando tenía un programa en TVE. La verdad es que nunca supe cómo acabó esa historia, pero se me quedó grabado y supongo que a todos nos gustaría seguir la pista a los billetes que pasan por nuestras manos.

En Estados Unidos circulan billetes con un sello rojo que dice “track this bill” y facilita la dirección de la página web “Where’s George?”. Eso demuestra que a más de uno nos pica mucho la curiosidad. ¿Por cuántas manos habrá pasado mi billete? ¿Qué lugares habrá recorrido? Está claro que sólo una parte de las personas por las que ha pasado el billete se da cuenta del mensaje, y menor número aún el que se toma la molestia de “ficharlo” en Internet, pero aún así la intriga es muy emocionante.

La página en cuestión se llama “Where’s George?” porque la mayoría de los billetes en seguimiento son de un dólar (el que tiene la cara de George Washington). Sólo hay que registrarse en la susodicha página e introducir los datos del billete (denominación, número y serie) y, además, te animan a que incluyas notas sobre el estado del billete, cómo lo conseguiste, dónde te lo has gastado, etc.

Los resultados, lo reconozco, suelen ser bastante decepcionantes. La inmensa mayoría de los billetes sólo han sido registrados una vez (presumiblemente, la persona que lo marcó) y no parecen haber viajado mucho.

La pregunta que me surgió después, claro está, es por qué no hacíamos algo parecido en Europa, y la respuesta me sorprendió: ¡En Europa lo hacemos desde la llegada del euro! Según la wikipedia, esto del seguimiento de billetes (Currency bill tracking), se hace en muchos países además de EEUU y Canadá, tales como India o Suiza, pero es que desde 2002 hay al menos 4 páginas web que se dedican al seguimiento de los euros. La más famosa es Euro Bill Tracker. Es especialmente popular en Finlandia y Austria, a juzgar por las páginas de estadísticas, sin embargo, los resultados más llamativos no lo son tanto como en EEUU y hay mucho sesgo hacia los dos países que he mencionado. Además no parece tan divertida como la de los yanquis, creo que no puedes incluir notas y todo tiene un regustillo más estadístico que otra cosa. A pesar de todo, se pueden ver algunos recorridos curiosos: http://es.eurobilltracker.com

Otras personas utilizan los billetes de formas muy imaginativas por lo que he encontrado curioseando por ahí. Antonio, por ejemplo, encontró trabajo como repartidor de mercancías escribiendo en los billetes “Es el último que me queda y estoy en paro, si puedes darme trabajo te lo agradeceré inmensamente (y ponía su número de móvil)”.

Una argentina escribe en los billetes que busca novio y pone su email para que la escriban aunque al parecer todavía sigue buscando su media naranja.

Otros, como el ejemplo que aparece en la imagen, utilizan los billetes para mandar mensajes a Emilio Botín.

Personalmente considero que escribir sobre un billete es tan reprobable como hacer un graffiti sobre un monumento; pero analizándolo fríamente es una manera de comunicarse con el resto del mundo. Poner mensajes en los billetes de curso legal se ha hecho siempre y, como tienen valor, nadie los rompe como harían seguramente con un papelito publicitario distribuido en la calle que no gustase. Por otro lado, el billete circula de mano en mano, con lo que el mensaje se difunde quieras que no. La gente escribe frases revolucionarias y los billetes funcionan como flyers gratuitos y muy eficientes. Además, los billetes cambian de mano tan rápidamente que es imposible encontrar al presunto autor del delito. Tranquilamente puedes afirmar que no lo has escrito tú, que te lo entregaron así.

Se pueden encontrar declaraciones de amor, números anotados que tienen que ver con la lotería o un circulito alrededor de una parte del número de serie. También se encuentran oraciones, frases filosóficas, deseos y mensajes desesperados. Otra cosa muy común es ver un numerito que seguramente escribió alguien que estaría contando billetes, para acordarse de cuántos había en la pila hasta ese momento.

Los billetes hablan y nos cuentan historias cuando nos tomamos la molestia de escucharlos.