¿Cuánto crees que vales?
Es muy difícil valorarse adecuadamente. Voy a contaros cuatro historias y espero que os hagan pensar sobre cómo debemos aprender a valorarnos y nos permitan reflexionar sobre cuánto valemos realmente.
Historia 1: EL EXAMEN FINAL
El profesor se paró delante de su clase de 30 estudiantes. Era su último año como profesor porque iba a jubilarse. El último día les dirigió unas palabras antes de pasarles las hojas del examen final de la asignatura que impartía.
-Ha sido un gran privilegio ser maestro durante todos estos años-, les dijo. -Sé cuánto han trabajado y lo mucho que se han preparado para este examen. Sé que muchos de ustedes desean ejercer como médicos, abogados, científicos, etc. Soy consciente de cuánta presión tienen para mantener lo más elevada posible su nota media y poder ir a la universidad que deseen, y como sé que todos ustedes son capaces de entender ya muy bien el contenido de mi asignatura, estoy preparado para ofrecer una calificación automática de un aprobado a cualquiera de ustedes que prefiera no realizar el examen. Me jubilo y me dolería suspender a alguien en mi último día de docencia, así que he decidido regalar un aprobado a todos aquellos que se conformen con esa nota-.
La exclamación de alivio fue grande a medida que un número de estudiantes casi brincaban para aceptar la oferta del profesor y salían del aula. El profesor miró al puñado de estudiantes que permanecían sentados y volvió a ofrecerles: -¿Alguien más quiere aceptar mi oferta? Esta es su última oportunidad de sacar un aprobado-. Un último estudiante decidió salirse también.
Siete estudiantes se quedaron en el aula. El profesor cerró la puerta y pasó lista de asistencia. Luego, les entregó el papel que se suponía era el examen final. Había únicamente tres frases escritas en él: «¡Felicidades! Ustedes acaban de obtener un sobresaliente en su examen. ¡Sigan creyendo en ustedes…!»
La moraleja es obvia: Mucha gente se conforma con lo fácil y sencillo y no está dispuesta a arriesgarse para mejorar en la vida. ¿Crees en ti mismo? Si no crees en ti mismo y en tus posibilidades nunca dejarás de pertenecer al montón. Te cerrarás muchas puertas.
Historia 2: EL ANILLO
El joven se acercó al maestro en búsqueda de un poco de sosiego:
-Maestro-, le dijo al viejo -me siento inseguro, nada me resulta como yo quiero. Todos me dicen que soy un tonto y que no sirvo para nada. Sólo me critican, sin valorar lo que hago. ¿Me podrías ayudar?-
-Ahora no me es posible muchacho -respondió el anciano-. Tengo mis propios problemas. Más bien ayúdame tú a mí a vender este anillo-.
El muchacho recibió la sortija de mala gana pensando que una vez más sus necesidades pasarían a un segundo plano.
-Escucha-, dijo de nuevo el anciano -ve al mercado y ofrécelo, pero de ninguna manera lo vendas por menos de una moneda de oro-.
El joven ofreció el anillo a muchas personas. La mayoría lo desdeñaba con desprecio, unos pocos se reían y escasamente alguno llegaba a mostrar interés. Alguien le propuso comprarlo por dos monedas de plata y un candelabro de bronce, lo cual representaba menos de la mitad de lo que el maestro quería. El muchacho llegó a la conclusión que el viejo estaba loco, y que esa gran suma que pedía únicamente podría ser el resultado de un alto valor emocional.
Dejando de lado esos razonamientos, el joven persistió haciendo lo mejor para ayudar al anciano, no obstante la tarea le parecía cada vez más difícil. Desanimado, decidió regresar y contarle al viejo lo acontecido:
-Hice lo posible, pero aun los que parecían ser los más expertos no ofrecían una cantidad ni siquiera cercana a la que tú pides- explicó el joven.
-Tal vez tienes razón. Quizás no conozco su verdadero valor- replicó el maestro. -¿Por qué no lo llevas donde el joyero y se lo muestras? No lo vendas por ninguna cantidad, sólo cuéntame lo que opina-.
Renegando por la terquedad del anciano, el joven llevó el anillo al joyero. Después de observarla detenidamente un rato, éste le dijo: -Ésta es una verdadera joya. Dile al maestro que le doy 58 monedas de oro, en realidad puede venderse hasta por setenta, pero, si tiene prisa, ésa es mi oferta-.
Cuando el muchacho, entusiasmado, se lo contó al viejo, éste tranquilamente respondió: -Tú eres como una joya valiosa. Si te sientes mal no es porque los demás no te valoren, sino porque tú mismo no te valoras lo suficiente-.
La moraleja también es bastante obvia: Debes creer en tu valor y en el de lo que haces. Quienes no se percatan de lo que vales lo hacen por ignorancia o porque pretenden aprovecharse de ti. Si buscas la aprobación de los demás, tarde o temprano te decepcionarás y te sentirás poca cosa. Tú eres el único ser habilitado a poner o quitar valor a tu mundo exterior e interior. ¿Qué valor le das a lo que haces? ¿Qué valor le das a lo que puedes ofrecer a los demás? Si buscas la aprobación de los demás, tarde o temprano te decepcionarás, a riesgo de creer que no eres bueno para nada.
Historia 3: ¿QUIERES 50 EUROS?
Julián, con el rostro abatido de pesar se reúne con su amiga Pilar en un bar a tomar un café. Deprimido descarga en ella sus angustias y preocupaciones… El trabajo… El dinero… Su relación con su pareja… Su vocación… Todo parecía estar mal en su vida.
Pilar introdujo la mano en su cartera, sacó un billete de 50 euros y le dijo:
-¿Julián, quieres este billete?-
Julián, un poco confundido al principio, inmediatamente le dijo: -Claro Pilar… Son 50 euros, ¿quién no los querría?-
Entonces Pilar tomó el billete en uno de sus puños y lo arrugó hasta hacerlo una pequeña pelotita arrugada. Mostrando la estrujada pelotita anaranjada a Julián volvió a preguntarle: -¿Y ahora igual lo quieres?-
-Pilar, no sé qué pretendes con esto, pero siguen siendo 50 euros, claro que los tomaré si me los entregas-.
Entonces Pilar desdobló el arrugado billete, lo tiró al piso y lo restregó con su pie en el suelo, levantándolo luego sucio y marcado. -¿Lo sigues queriendo?-
-Mira Pilar, sigo sin entender que pretendes, pero ese es un billete de 50 euros y mientras no lo rompas conserva su valor…-
-Entonces Julián, debes saber que aunque a veces algo no salga como quieres, aunque la vida te arrugue o pisotee, sigues siendo tan valioso como siempre lo hayas sido… Lo que debes preguntarte es cuánto vales en realidad y no lo golpeado y maltratado que puedas estar en un momento determinado.
Julián se quedó mirando a Pilar sin decir palabra alguna mientras el impacto del mensaje penetraba profundamente en su cerebro.
Pilar puso el arrugado billete de su lado en la mesa y con una sonrisa cómplice agregó: -Toma, guárdalo para que te recuerdes de esto cuando te sientas mal… Pero me debes un billete nuevo de 50 euros para poder usarlo con el próximo amigo que lo necesite-
La moraleja: Con frecuencia dudamos de nuestro valor, ya que nos calificamos en función de lo que tenemos o dejamos de tener y de compararnos con otras personas. Recuerda que no existe nadie como tú y eso te hace único y muy valioso. Trabaja con tu autoestima, si te hace falta, lucha por aquello que desees, no te desanimes ante los fracasos porque éstos nos enseñan y ayudan a crecer, disfruta de la vida y no te fijes únicamente en lo superficial.
Historia 4: BUSCANDO MARIDO EN NEW YORK (Historia Real)
Este anuncio fue publicado en un portal financiero de un diario de EE.UU. (y, aunque cueste creerlo, es verídico) Puede muy bien considerarse como un ejemplo de análisis de inversión. Una mujer escribió pidiendo consejos sobre cómo conseguir un marido rico. Eso, de por sí, ya es gracioso, pero lo mejor de la historia es que un tipo le dio una respuesta bien fundamentada.
Ella: “Soy una chica hermosa (yo diría que muy hermosa) de 25 años, bien formada y tengo clase. Quiero casarme con alguien que gane como mínimo medio millón de dólares al año. ¿Tienen en este portal algún hombre que gane 500.000 dólares o más? Quizás las esposas de los que ganen eso me puedan dar algunos consejos. Estuve de novia con hombres que ganan de 200 a 250 mil, pero no puedo pasar de eso, y 250 mil no me van a hacer vivir en el Central Park West. Conozco a una mujer, de mi clase de yoga, que se casó con un banquero y vive en Tribeca, y ella no es tan bonita como yo, ni es tan inteligente. Entonces, ¿qué es lo que ella hizo y yo no hice? ¿Cómo puedo llegar al nivel de ella? Firmado: Rafaela S.”
El: “Leí su consulta con gran interés, pensé cuidadosamente en su caso e hice un análisis de la situación. Primeramente, no estoy haciéndole perder tiempo, pues gano más de 500 mil por año. Aclarado esto, considero los hechos de la siguiente forma: Lo que Ud. ofrece, visto desde la perspectiva de un hombre como el que Ud. busca, es simplemente un pésimo negocio. He aquí los porqués: Dejando los rodeos de lado, lo que Ud. propone es un simple negocio: Ud. pone la belleza física y yo pongo el dinero. Propuesta clara, sin recovecos. Sin embargo existe un problema. Con seguridad, su belleza va a decaer, y un día va a terminar, y lo más probable es que mi dinero continúe creciendo. Así, en términos económicos, Ud. es un activo que sufre depreciación y yo soy un activo que rinde dividendos. Ud. no sólo sufre depreciación, sino que, como ésta es progresiva, ¡aumenta siempre! Aclarando más, Ud. tiene hoy 25 años y va a continuar siendo linda durante los próximos 5 a 10 años; pero siempre un poco menos cada año, y de repente, si se compara con una foto de hoy, verá que ya estará envejecida. Esto quiere decir, que Ud. está hoy en “alza”, en la época ideal de ser vendida, no de ser comprada. Usando el lenguaje de Wall Street, quien la tiene hoy la debe de tener en “trading position” (posición para comercializar), y no en “buy and hold” (compre y retenga), que es para lo que Ud. se ofrece… Por lo tanto, todavía en términos comerciales, el casamiento (que es un “buy and hold”) con Ud. no es un buen negocio a mediano o largo plazo, pero alquilarla puede ser en términos comerciales un negocio razonable que podemos meditar y discutir usted y yo. Yo pienso que mediante certificación de cuán “bien formada, con clase y maravillosamente linda” es, yo, probable futuro locatario de esa “máquina”, quiero lo que es de práctica habitual: Hacer una prueba, o sea un “test drive…” para concretar la operación. En resumidas cuentas: como comprarla es un mal negocio, por su devaluación creciente, le propongo alquilarla por el tiempo en que el material esté en buen uso. Esperando noticias suyas, me despido cordialmente. Firmado: UN MILLONARIO QUE POR ESO ES MILLONARIO”
Humor aparte, la moraleja también es muy obvia: Tampoco debemos pasarnos al valorarnos. Es bueno tener un poco de realismo y ser sinceros con nosotros mismos para no caer en el error, demasiado frecuente, de valorarnos en demasía. Ni podemos valorarnos tan poquito que nos creamos un despojo de la sociedad ni podemos, tampoco, valorarnos en exceso porque lo más normal es que acaben riéndose de nosotros.
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