Las mentiras del interés compuesto

No tengo ninguna duda sobre las ventajas del interés compuesto, pero, por desgracia, el resultado no es tan bonito como nos lo quieren vender los bancos para que invirtamos en cuentas remuneradas, depósitos, planes de ahorro, etc. Cuando hablo de las mentiras del interés compuesto no hablo de las mentiras del interés compuesto en sí mismo, sino de la falacia de cómo nos venden los bancos el interés compuesto.

Todos los bancos nos lo pintan de color de rosa. Invirtiendo solamente X euros al mes al 10% se convertirán al cabo de 30 años en chopocientos mil millones de euros.

El interés compuesto se basa en que su fórmula se rige por un crecimiento exponencial. La función exponencial crece moderadamente al principio pero en poco tiempo su subida es mucho más pronunciada de lo que se podría esperar.

Para calcular los beneficios del interés compuesto se aplica la siguiente fórmula: VF = A*[(1+i)^n)-1]/i; donde VF es el valor total de la anualidad; A, la anualidad (en este caso la cantidad invertida); i la tasa de interés y, n el periodo o número de años.

Nadie duda que el progreso de la inversión es geométrico, muy lento al principio y cada vez más acelerado. Como conclusión, podemos afirmar que el interés compuesto se hará cargo de nuestros ahorros si los reinvertimos y que incluso llegará el punto en el que los intereses trabajarán por nosotros.

Hasta aquí todo muy bonito y maravilloso. El banco por ejemplo nos puede vender que ahorrando 100 euros mensuales al 10% durante 50 años habremos ahorrado 60.000 euros que nos habrán dado un rendimiento (intereses) de 1.672.433 euros y nuestro capital total final será de 1.732.433 euros. ¡Qué maravilla, pensaremos y no dudaremos en abrir un plan de ahorro!

Pero, no todo es tan bonito como lo pintan los bancos. Premeditadamente nos ocultan varios detalles de suma importancia en los cálculos.

La primera mentira o el primer error de la fórmula de interés compuesto que utilizan los bancos es el ignorar la existencia de impuestos. Si por ejemplo hay que pagar un IRPF del 21% piensa que, de cada 100 euros que saques de intereses, hacienda se quedará con el 21% (eso suponiendo que no entres en otro tramo más alto). Es muy distinto invertir 100 euros a interés compuesto que invertir solamente 79 euros.

La segunda mentira es el emplear intereses muy generosos en los ejemplos. Todos los bancos usan intereses elevados en sus ejemplos de ahorro. Un 10, un 15 o un 20% son intereses muy interesantes, pero en la vida real, en una cuenta remunerada te pagan a duras penas el 2% y en un depósito te pueden dar el 5% si tienes suerte de encontrar algún chollo. Vamos a ser muy optimistas y podemos afirmar que en 50 años seguramente el interés medio que obtengamos no superará el 2% anual. La multiplicación exponencial se reduce muchísimo si hacemos los cálculos con un 2% en lugar del 10 o 15% del ejemplo que pone el banco. Cada 100 euros que sacamos de intereses en los ejemplos se quedan en 20 euros. No es igual reinvertir todos los años 100 euros que solo 20 euros.

La tercera mentira o tercera omisión o error, y es el mayor de todos, es que vemos euros del presente cuando en realidad son euros del futuro. Y eso se debe a que en todos los cálculos que hacen los bancos eliminan deliberadamente al más importante de todos los actores: la inflación. Supongamos una inflación del 3% anual. Para tener el dinero equivalente a 1000 euros de hoy, necesitaríamos tener o recuperar 1030 euros dentro de un año. Como no se tiene en cuenta la inflacción en los cálculos, la realidad es que en los ejemplos de los bancos 1000 euros de hoy, se quedan en solo 970 euros el primer año y así progresivamente.

La cuarta mentira o el cuarto fallo o error son las comisiones que puedan cobrarnos en el banco. Dependiendo del producto que nos ofrezcan a veces cobran alguna comisión de gestión, de mantenimiento de la inversión o como quieran llamar a esas comisiones. Suelen ser bajas para que parezcan despreciables. Si preguntas por la comisión, ellos te hacen el cálculo por la primera cantidad que inviertes. Por ejemplo inviertes 1000 euros anuales a interés compuesto y te cobran una comisión del 0,1% de gestión. Ellos te dicen que el 0,1% de 1000 euros es de solo 1 euro y a ti te parece poca cosa. Pero cuando lleves ahorrados 100.000 euros el 0,1% de comisión supone que en ese momento te están quitando 100 euros anuales.

Otras veces camuflan las comisiones obligándote a contratar algún otro producto que sí lleva asociadas comisiones. Por ejemplo, te pueden exigir para darte un 10% anual que abras una cuenta corriente para abonarte los intereses. Te dan el 10% anual durante un año y luego cuando cierras el depósito no sueles cerrar la cuenta corriente que lleva comisiones de mantenimiento, gastos de correo, gastos de administración, etc. Los bancos no son tontos, te dan hoy un caramelito de por ejemplo 100 euros para sablearte luego 10.000 a lo largo de los años en comisiones.

Vamos a ver un ejemplo de lo que en realidad pasa el primer año invirtiendo en, por ejemplo, un depósito y piensa que esto es solo el primer año. ¿Cuánto gano en realidad y cuanto supone en los intereses a largo plazo?

Podemos utilizar un ejemplo sencillo: Consideremos el caso de un depósito a plazo de 1 año que ofrece un tipo de interés del 4% anual, pagadero al vencimiento. El importe del depósito es de 1.000 €. Supongamos que la tasa de inflación anual es del 3% y el tipo de gravamen del ahorro del IRPF es del 21%.

A partir de lo anterior podemos establecer lo siguiente:

Intereses percibidos: 4% x 1.000 € = 40 €.
IRPF = 21% x 40 € = 8,4 €.
Intereses netos de IRPF = 40 – 8,4 = 31,6 €.

Estos intereses netos vienen expresados en términos nominales, es decir, no se ha descontado la pérdida de poder adquisitivo que ha sufrido el capital invertido en el depósito: Al realizar el depósito teníamos 1.000 € y ahora, al vencimiento, tenemos 1.032,4 €, pero esta cantidad no está reflejando nuestra verdadera riqueza: el capital de 1.000 € que ahora nos devuelven tiene menos valor que el que entregamos hace un año, debido a la inflación y el incremento de los precios.

Para que nuestra riqueza siguiera siendo la misma en términos reales, necesitaríamos recuperar 1.000 € + 3% x 1.000 € = 1.000 € + 30 € = 1.030 €.

Por ello, de los intereses que percibimos netos después de pagar el IRPF tenemos que descontar esos 30 € que necesitamos para mantener el valor real de nuestro capital. Así, los intereses netos que obtenemos en términos reales ascienden a: 31,6 € – 30 € = 1,6 €.

En consecuencia, el rendimiento neto real que obtenemos es el siguiente: (1,6 x 100)/1.000 = 0,16%.

En resumen, el rendimiento neto real de un depósito será igual a: Interés nominal antes de impuestos – (tipo de gravamen del IRPF x interés nominal antes de impuesto) – tasa de inflación = 4% – (0,21 x 4%) – 3% = 4% – 0,84% – 3% = 0,16%.

Este ejemplo también puede ser válido para un plan de ahorro, etc. Lo que quiero que entiendas es que el banco realiza los cálculos con los “supuestos” 40 euros que te dan de intereses cuando la vida real te los deja reducidos a sólo 1,6 euros. Pero claro, eso al banco no le interesa meterlo en sus cálculos-ejemplo.

Sobre todo piensa que este último ejemplo es solamente lo que sucede en realidad el primer año, el efecto dilusivo en la inversión a lo largo de los años es también exponencial, pero hacia abajo en vez de hacia arriba.

Ahora que sabes esto, te invito a que busques por Internet cualquier calculadora de las muchas que circulan por ahí y que hagas los cálculos que hacen los bancos pero teniendo en cuenta impuestos, inflación, intereses reales que pagan los bancos, comisiones que pueden cobrarte, etc. En casos extremos, aunque cada vez más frecuentes, puede darse el caso de que después de 50 años ahorrando te quede lo suficiente como para tomarte un par de cervezas con el dinero que obtengas.

La conclusión a la que llegarás es que las tablas de interés compuesto son muy buenas para enseñar el concepto del ahorro. Pero la realidad es que la función exponencial no crece tan rápido cuando tenemos tantos enemigos en contra. Los impuestos, las comisiones que nos cobran, las rentabilidades reales y la inflación y, sobre todo los bancos, son pequeños vampiros que nos van sangrando día a día, semana a semana, mes a mes y año a año.